No había sido un cómodo primer tiempo para la selección argentina en Montevideo. Con una postura más posicional para tener controlado a Uruguay y encontrar contragolpes, que no fueron fructíferos, se acomodó en el segundo período, siendo un equipo mucho más peligroso, con su identidad a flor de piel. Pasó a manejar la pelota, a no correr peligros en la última línea y a generar situaciones peligrosas. Dos de ellas, con la excelsa pierna derecha de Thiago Almada.